Historias de una exiliada cap 1

Me levanto de la incómoda litera del búnker mis padres todavía duermen se oyen caer estruendos las bombas todavía siguen cayendo. Bombas llenas de muerte y terror y de víctimas inocentes. ¿Pero que podría hacer una chica de 15 años para parar esto? Sinceramente nada salir afuera es una locomotora directa y segura a la muerte. Mis padres me animan diciéndome que todo pronto pasará que no me preocupe pero, sus rostros reflejan una situación diferente. Pensar que hace solo unas 3 semanas estaba tomando el té en el club de Hípica. Mi madre me dice que nos van a llevar fuera Inglaterra nos van a llevar a otros países donde la guerra no haya llegado por ejemplo España, aunque ahí también tuvieron la suya… Acaba la suya y empieza la nuestra. No creo que se metan no les conviene. Están bastante débiles, aunque para suministrar armas no lo están. No quiero pensar lo que me pasara, no, ahora que mi mejor amigo, el jardinero, está en su casa en el campo donde las bombas caen con más frecuencia. Intente convencer a mis padres de traerle a él y a su hermano pequeño pero el búnker es pequeño no es lo demasiado grande para 5 personas. Su padre probablemente ya esté muerto. El es alto delgado su cabello el castaño claro con rasgos aniñados de complexión fuerte su nombre hace honor a su imagen se llama Ángel Thompson. Su hermano es un calco de él se llama Filipo son de orígenes italianos por parte de madre. Mi madre sigue durmiendo tiene el rostro lleno de heridas una bomba nos pego de pleno nos tuvieron una semana en el hospital pero estábamos bien. Todos juntos como siempre. Mi padre se levanta me ofrece zumo de naranja le rechazo la oferta el necesita hidratarse más que yo. Ya ha pasado una semana desde que recibí la noticia que iba a ser exiliada a España junto a Ángel, su hermano Filipo se va ir a España también pero a Cantabria, nosotros vamos a la costa Valenciana. Nos vamos a desplazar en barco. Ángel está encantado con lo de ir en barco aunque le gustaría haber ido en otras circunstancias y con su hermano. Aunque tampoco le disgusta estar acompañado por mi, nos asignaron el mismo camarote para mí era un poco incomodo pero él le daba igual, cuando yo le pedía algo de intimidad el se reía y me decía: Pero no me decías que era cómo de la familia, pues siéntete como en casa y me miraba como lo suele hacer el con una pizca de mirada lasciva. Miro a través del ojo de buey y veo la costa.

-¡Ángel!

- Me llaman

-Veo la costa, ven. Viene corriendo el camarote no es muy grande así que se cae encima de mí.

-¿Te puedes apartar o necesitas una invitación?

- ¿y si no quiero que, Melanie? Me dijo de manera picara, no concordaba con su forma de ser.

En ese instante un oficial entro en la habitación y nos aviso que cogiésemos nuestras pertenencias, íbamos a desembarcar. Nos levantamos recogimos lo poco que quedaba y pensé: ¿Como será nuestro hogar?