Tiene que ser mentira, por favor, que sea mentira.
Me tienen que llevar alzada hacia la estación de tren por que no paro de patear y llorar, cuando entramos me tiran en un sillón de terciopelo, se que es terciopelo por que mi papá tenía una silla así.
Me acuesto boca abajo y lloro hasta estar seca, no quiero, no quiero morir, no quiero que el muera. Grito, lloro, pataleo, pero nadie me escucha hasta que mi madre y mi padre entran. Me abrazan y no lleamos a decirnos nada antes de que el agente de la paz los eche, nada, nunca más voy a escuchar sus voces, nunca voy a sentir su piel.
Nunca voy a poder preparar la medicación. - Paro un segundo a pensar - No le dije a mi mamá como hacer la medicación
Se me cae el mundo abajo. ¿Cómo va a vivir mi mamá sin mí y mi papá? Estallo en lágrimas.
La siguiente en entrar es una pequeña niña de pelo, ojos y piel oscura. Con un cuerpo muy pequeño y lagrimas en los ojos, es Rue, la jovencita con la voz más hermosa que conozco, todo el distrito 11 la adora, y me incluyo en eso.
Ella avanza con un paso tan ligero que parece que flota, no entiendo por que vino ella, la niña a la que solo le hablé una vez: Fue el día de la cosecha del año pasado, ella estaba completamente desnutrida y yo le dí un poco de pescado, sus ojos se iluminaron y desde entonces siempre tuvimos un vinculo, aunque no nos hablemos, en el fondo siempre la quice, por que en ese momento ella tenía solo 10 y yo 14, yo sabia defenderme y ella no.. Parecia tan sensible.
Entonces pasa algo que no me espero, Rue me abraza y me da algo, parece un collar hecho con fibras de un roble o un sauco, cosidas muy estrechas y un dije de madera, podría ser una flor o podría ser una estrella.
Lo que sigue me hace llorar, ella entona su dulce meloía y me besa el cachete, acto seguido desaparece como una rafaga de viento.
La visita de Rue me calmó, y como me dejan llevar un objeto a la arena, me aferro al collar que me dio. Yo y Rue podríamos hacernos pasar por hermanas y nadie lo dudaría, sería divertido ser su amiga, pero no voy a sobrevivir, y eso me cae como una patada al estomago.
Por momentos dejo de pensar en mi padre y por otros no paro de llorar. Los agentes de la paz me dan diez minutos en los que saco la pera de mi bolso y la como de a mordisquitos, por que ya no tengo mi navaja para cortarla. Me acurruco en una esquina del sillón y deseo desaparecer, irme lejos, con Sílon, y volar como los sinsajos en el cielo. Pero ese sueño se derrumba cuando entra Flinch el agente de la paz al que todos en el distrito aborrecemos, y me agarra de un brazo sin decir nada y me lleva al tren, donde mi vida termina. Termina para siempre, no mas Papás, no mas Sílon. Espero no tener que matarlo yo...
Cuando entro al tren me encuentro con un gran comedor lleno de comidas que nunca en mi vida había visto hasta ahora, en una silla esta Levys, en otra nuestra mentora, una anciana negra como el cielo en las noches de invierno y en otra silla esta Sílon, mi amor, mi alma gemela. Lo veo y no puedo evitar llorisquear. Me siento a su lado y el no se gasta en mirarme, lo cual me parece extraño por que siempre se dedica horas a clavar sus ojos en los mios, el simplemente se limita a comer, tan educado como siempre.
Agarro una porcion de papas cocidas de una manera extraña, como aceitosas, me explican que son "papas fritas" después de explicarme muchas más cosas, me sirvo varias porciones de distintas carnes y luego como de postre enormes raciones de frutas que no sabía que existian, y cuando terminamos me doy cuenta de que Sílon no me dirigió la palabra ni una vez. Me hundo en un mar de depresión, si quiero morir, por lo menos quiero que el esté a mi lado.
La anciana empieza a hablar y Levys se va a su cuarto, sin decir una palabra.
- Bueno niños, solo les puedo dar un consejo, no se olviden de que el otro existe, alíense, no se dejen solos, si mueren mueran dignamente.
Y ahí lo veo, los ojos negros de mi novio se llenan de lágrimas, como un río y sale corriendo a su habitación. Y yo, suavemente me levanto y lo sigo, lento, me escondo atras de una puerta y veo como el se echa sobre una pared y la golpea, llora a más no poder, nunca lo ví así, y despues se tira al suelo y se sienta, con las manos en la cara lo escucho maldecir y llorar, y no puedo evitar estallar en lagrimas, por que se que yo soy la razón por la que llora.
Corro a mi cuarto y cuando abro la puerta, me encuentro con una habitación lujosa, con una cama enorme, un colchon de agua y un baño con una extraña ducha con muchos botones. Los aprieto todos, y salen chorritos de agua rosa con olor a limón y menta del piso, el agua esta casi fría, perfecta. Al salir toco un botón que me da un choque eléctrico y mi pelo queda seco y lacio, y yo estoy sorpendida, pero no tardo en ponerme una remera y un short de pijama y correr a la habitación de Sílon, sin tocar la puerta entro cuando el se esta bañando y escucho como llora, nunca lo sentí tan vulnerable desde que lo conozco, entonces entro en su cama con cuidado y me meto en las sabanas.
Cuando me puedo dar cuenta siento una mano tocandome el pelo, es el, y yo me había quedado dormida, sin darme cuenta el se puso un pantalon de pijama y se acostó a mi lado. Me acurruco en su pecho y el me abraza, tan dulce como siempre y me besa y de repente me despierto.
Estoy en mi cuarto del tren, sola, Sílon no está, y yo me siento más sola que nunca. Me levanto y me pongo un vestido rosa claro, corro al comedor y ahí lo veo, sentado, con los ojos rojos pero tan serio como la noche anterior. No me besa, no me saluda, no me mira. Simplemente se va.
Y una vez más mi mundo se cae abajo.
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