Felices juegos del hambre, Odette

Prólogo

Mirarte en el espejo y tener que reconocer los errores ante ti misma solamente tenía una ventaja y un incoveniente.
La ventaja era obia ante mis ojos. No tendría que reconocer delante de los demás como me siento por todo o que realmente sé lo que hice y que no soy otra víctima de los Juegos del Hambre. Creo que soy el vivo concepto de los Juegos del Hambre... O eso debe parecer delante de todo el mundo, todo el mundo que no me conozca; aunque ahora creo que realmente nadie puede llegar a conocerme.
El incoveniente era recordar, simplemente eso. Por mucho que intentes evitar recordar lo que sucedió o lo que seguirá sucediendo cada año, nunca es suficiente. Siempre hay algo que te lo recuerde. Aunque vivir en la aldea de los vencedores creo que ya hace bastante por recordármelo.
Es realmente malo estar tan jodido con solo 19 años... Y todo por los Juegos del Hambre de los que, aunque haya vencido nunca me podré librar del todo, porque tendré que ser mentora de que otros chicos, que casi seguro, acaben muertos en la arena.
Supongo que nadie se acordará de mis Juegos de Hambre cuando cada año hay unos distintos y emocinantes en camino... Nadie excepto las personas que querían a la gente que murió en la arena, excepto yo... Quizás en el fondo todo el mundo se acuerde un poco de cada año.
Pero yo voy a hacer lo posible por recordar lo que pasó en los 47º juegos del hambre, cuando yo por esas fechas tan siquiera había cumplido mis "tiernos" 17 años.

Bien, otros juegos más, me gusta como has empezado, tienen una pinta genial

Capítulo 1


La luz del sol de la mañana provocó que comenzara a abrir los ojos poco a poco.
Me revuelvo entre las sábanas todavía soñolienta. Tratando de librarme de la claridad que inunda la habitación me meto debajo de mis finas sábanas, pero no obtengo el efecto obtenido la luz se sigue colando por debajo debido a que resulta que quizás mis sábanas no son los suficientemente gruesas para poder obtener la oscuridad que tanto deseo en este momento.
Remoloneo pero finalmente decido destaparme poco a poco mirando vagamente el reloj que tengo enfrente, a pesar de que normalmente dudaba de su correcto funcionamiento.
Miro la hora que marca el reloj dos veces hasta asmilar que es lo suficientemente para no llegar ni a la escuela, y quizás tan siquiera pueda llegar a mi otra rutina mi otra rutina.
Salto de la cama inmediatamente y me pongo los pantalones azules que me ponía cada mañana, y después la camiseta de color blanco. Con paso acelerado hacia la puerta de la entrada antes de tan siquiera calzarme el par de zapatos, en el que cada zapato se encontraba a una distancia algo considerable del otro que formaba el par.
- ¿Dónde vas?- pregunta una voz detrás de mí.
Una voz que podría reconocer en cualquier lado o en cualquier circunstancia en la que me encontrase. Mi hermano mayor... Quizás se debía a que era la única persona que me quedase y que realmente se preocupase algo por mí, aunque la mayoría era en vano, nunca le hacía caso. Él había cuidado prácticamente toda la vida de mí. Desde que mi padre había sido asesinado por un "acto" de rebolución del que ni me acuerdo, y del que nunca me he atrevido a preguntar. Todavía se tuvo que hacer más cargo de mí cuando mi madre murió. Ella simplemente murió sin pena ni gloria como había vivido el resto de su vida dejando a sus hijos lo que se dice nada, a parte de una casa de reducido tamaño y en la que ninguno de los dos pasaba ni la mitad de su tiempo.
- ¿Qué crees?- pregunto como si la respueta no fuera obvia.
La verdad es que el noventa por ciento de las veces me mostraba bastante borde o simplemente substituía el sarcasmo por lo que se me pasaba por la cabeza. El resto de las ocasiones me comportaba dependiendo de la acasión y según de lo que quisiese llegar a conseguir comportandome de uno u otro modo.
- Hoy es la cosecha- dijo cerrando levemente sus ojos de color verdosos, aparentando más cansado de lo que estaba- Ya sabes que todo lo que tienes que hacer es prepararte.
Pongo los ojos en blanco. Nunca he entendido eso de prepararte para la cosecha. No hay motivo. Si no te escogen te vistes para nada, nadie te va ni a mirar; y si te esocgen ¿qué importa lo que lleves puesto? Vas a morir por muy espectacular que estés.
Me dirijo con pasos lentos hasta el cuarto de baño, pero antes de llegar la voz de Peter, mi hermano, suena de nuevo detrás de mí, así que me giro para mirarle mientras habla.
- Tú amigo... El que pasó aquí la noche- creo que añade la información ante mi ceja levantada- No era demasiado agradable.
Muestro una pequeña y leve sonrisa que desaparece cuando mi hermano frunce el ceño. Entre botella de vodka y vodka, había tenido más que palabras con el chico al que mi hermano no le parece caer demasiado bien... o eso o todavía no se ha acostumbrado a que traiga a mis "amigos" a casa. Pero sé que lo prefiere a que pase la noche fuera sin tan siquiera avisarle.
- Es un capullo-respondo incogiéndome de hombros.
Sacude la cabexa, moviendo también su cabello marrón.
- Todavía no entiendo porque...- su voz quedó callada porque la mía estaba en un tono bastante superior.
- Sigues insistiendo en hablar- digo abriendo la puerta del baño- Y sería muy raro hacerlo.
Cierro la puerta detrás de mí y abro el grifo de la ducha para que agua comience a calentarse, siempre. Veo como el agua caía.
En los Juegos del Hambre no solía ganar mi distrito... Bueno en realidad solían ganar casi todos los años los tributos de los Distritos 1,2, y 4; y estaba claro que yo no había entrenado desde pequeña para los juegos.
Me meto en la ducha y dejo caer el agua sobre mí. ¿Por qué pensaba eso? Vale tenía posibilidades de salir y todavía más con la teselas, pero había muchos otros nombres en la hurna, ¿no? Me repito a mí misma que no tengo de que preocuparme, siempre solía tener suerte en el azar, ¿por qué ese día iba a ser menos?
Salgo de la ducha y me seco con las toallas que mi hermano había dejado en el baño antes de que hubiese entrado. Con una tapando mi cuerpo y la otra en la cabeza me dirijo al armario de la habitación de mis padres. Hacía mucho tiempo que no entraba allí y por el polvo acumulado y el olor ha guardado, por lo que supongo que ni Peter ni yo tenemos ningún interés en abrir la habitación de nuestros padres.
Abro el armario que al hacerlo suelta un leve chirrido. Miro los vestidos, por suerte mi madre y yo teníamos más o menos la misma talla.
Observolos vestidos detenidamente hasta escoger uno de color blanco de tirantes finos que termina por encima de las rodillas, y me pongo unas sandalias del mismo color que el vestido.
Doy unos pasos lentos hacia el espejo mientras me quito con la mano las arrugas del vestido hasta llegar a estar en frente de mi reflejo. Me asqueo a mí misma. No me gusta nada tener que vestirme así para el Capitolio y menos con el vestido de una persona que está muerta... Al pensarlo mi cara hace una mueca instantánea y no buscada. Me doy cuenta porque todavía sigo de pie delante del espejo, observándome a mí misma. A pesar de todo sigo siendo yo con los ojos verdosos brillantes, el pelo marrón llegaba hasta mitad de la espalda.
Salgo de la habitación sin cerrar la puerta detrás de mí. Quizás es porque quiero que Peter lo haga, no le tengo muy claro.
Cuando llego a la puerta de la entrada compruebo que yo no hay nadie en casa, así que salgo sin más dirigiendo mis pasos a la plaza principal de mi distrito.
Tardo poco en llegar, ya que mi casa está bastante próxima al lugar de la reunión. Puedo observar como todavía no había llegado toda la gente, normalmente la plaza está abarrotada con gente con cara de indeferencia o de miedo por perder a alguien que quieren, lo bueno es que lo segundo no puede pasarme a mí; exceptuando perderme a mí misma lo que sería totalmete jodido.
Me acerco a una chica rubia de cabello rizo y ojos verdosos con la cara sumamente delgada por el hambre, al igual que el resto del cuerpo. A su lado estaba un chico de pelo rapado y también ojos verdosos, a él la vida parecía irle algo mejor por su aparencia física, aunque realmente no fuese así de ninguna manera. Los conozco, amigos de la infancia, seguramente los únicos que me queden hoy en día.
Los saludo y me acerco a ellos. Comienza a hablar sobre la ceremonia y la gente que podría ser seleccionada para los juegos, aunque claramente se olvidan de añadir nuestro nombre a la lista, creo que afrontar la verdad puede llegar a ser muy deprimente, ellos deben pensar lo mismo. No sigo con mucha atención el resto de la converasción y me limito a contestar con monosílabos hasta que nos "piden" que nos coloquemos para la Cosecha de este año.
El alcalde del distrito comienza la ceremonia recordándonos la fatalidad de enfrentarse al Capitolio y a su Presidente, y para eso fueron creados los estúpidos Juegos para recordadnoslo cada año matando niños que ni por asomo tienen la culpa de las rebeliones.
Después del discurso ,que creo que nadie se ha parado a escuchar de nuevo, una mujer con horribles tatuajes y ropa todavía más extraña se dirige a la hurna de las chicas. Mete la mano más o menos hasta el medio de la hurna y saca un papelito que comienza a desdoblar con sumo cuidado, como si su vida fuese en ello...
- Odette Agron- dice con un estúpido acento del Capitolio. Aunque en ese momento ya no me importa en absoluto.

Gale Hawthorne escribió:

Bien, otros juegos más, me gusta como has empezado, tienen una pinta genial

Muchas gracias por leee!
Pensaba que iba a ser ignroada totalmente xD

Me gusta... Sigue escribiendo

Esta bien
Molaria que fuese el amigo pelirrojo con ella a los juegos xD
Bue, espero seguir leyendo capis de tu fic ^-^

Gracias a todos los que os habeis molestado en leer, en serio





Capítulo 2
Oir tu nombre en ese contexto podía ser lo peor que te podía pasar en la vida y una de las últimas cosas. Es como si mi cerebro todavía no hubiese asimilado la información que acababa de recibir. Sabía lo que había pasado, pero no era capaz de asumielo.
Mis piernas comenzaron a moverse hacia la señora del Capitolio y el alcalde, creo que fue más como un acto reflejo que una intención de asumir que iba a morir.
Cuando ya estoy arriba de todo buscó a mi hermano con la mirada. Sigue teniendo el rostro serio aunque creo que las lágrimas le están cayendo por la cara. Debe ser duro para él, si yo muero no le quedará nadie, no tendrá familia. Imagino lo duro que sería para mí perderle a él. Me doy cuenta de que lo que más me duele es por él y nunca creía que tendría que compadecer tanto a otra persona, hacía mucho tiempo que lo había querido evitar, pero al ver su cara no puedo evitarlo.
Después dirijo los ojos al que se suponía que iba a ser mi mentor, había ganado hace unos 6 años, por lo que no era muy mayor, en realidad, he de reconocer que me resulta bastante atractivo: cara bonita y buen cuerpo. El pelo rubio lo llevaba despeinado y los ojos verdes me están mirando con cara de indiferencia. No entiendo como puede sentir indeferencia ante mi futura muerte, era una forma de bajar las orejas ante el Capitolio.
- ¿Voluntarios?- pregunta la mujer de los tatuajes haciendo que deje de lado mis pensamientos.
Ante la pregunta una clara contestación: silencio. Normalmente nadie se ofrecía voluntario, yo no lo hubiera hecho por nadie de las chicas que podían ser escogidas, al igual que nadie los a hecho por mí. Simple, todo el mundo aprecia su vida por muy patética y vacía que sea.
En ese momento me acuerdo del nombre de la mujer, no sé como no me había acardodado antes siempre era ella quien sacaba los nombres. Se llamaba Candince. Me mira con una sonrisa enorme, nunca antes había visto una persona que fuese capaz de abrir tanto la boca para poder enseñar todos los dientes de la boca. Podía sorprenderme, incluso en esa situación.
- Parece que tendras el placer de ser tú la escogida- dijo mirándome más fijamente, esperando una respuesta por mi parte.
- Sí, es un placer asesinar y ser asesinado - digo ladeando la cabeza levemente.
Creo que nadie se inmuta por mi comentario, tampoco era lo que buscaba. Las palabras habían salido solas, aunque no había podido acabar la frase.
- Sigamos con los chicos- dijo la señora del Capitolio rápidamente y manteniendo esa sonrisa... Me pregunto si se habrá hecho algo para llegar a ser tan grande.
"Para el Capitolio"iban a ser mis últimas palabras si no me hubiese interrumpido. Quizás era mejor que no lo hubiese dicho, a lo mejor así no se lo tomaban tan a mal, al fin y al cabo necesitaba al Capitolio si quería volver a casa. De todas formas no estaba muy segura de hasta que punto habrían entendido la ironía, me parece que no las entienden muy bien. A lo mejor hasta creen que soy una de esas sádicas que se dedica a matar a todos los triubutos y que incluso disfrutan haciéndolo.
Vuelvo dirigir la mirada a Candice, esta vez a penas mete la mano, si no que coge uno de esos papales de la superficie. Abre el papel rapidamente, a diferencia de cómo lo hizo con el mío.
- James Hewer-dice con una voz no demasiado seria, si no más bien con cierto tono despreocupado, o incluso alegre.
Dirijo la mirada hacia el chico que comenzó a moverse hacia mi dirección, y lo hacía de una forma más rápida de lo que yo lo había hecho hace poco. Parecía asumirlo bastante bien con ese rostro serio y la mirada al frente. A lo mejor también lo pareció cuando dijeron mi nombre.
Reviso al que va a ser mi compañero de distrito en la arena. No debe medir mucho más que yo, tiene el rostro con facciones duras (aunque pueda que lo parezca por el momento), los ojos de un increíble color azul y el pelo castaño. Tenía brazos fuertes, seguramente de trabajar. No tenía pinta de ser de la gente rica del distrito.
Pienso en si lo conozco. Creo que lo he visto alguna vez por el colegio, he tenido alguna clase con él y he estado en su mismo grupo de amigos en varias ocasiones. Al fin y al cabo era uno de los mejores amigos de mi único y verdadero amigo. Vaya, no había pensado en él... Con sus amigos muertos en la arena. Será duro pero siguirá con su vida se casará y tendrá hijos, como todo el mundo, olvidará los juegos.
De nuevo pidieron voluntarios, y otra vez la gente no se movió un poco o susurro algo. Nadie quería arriesgar la vida por "James Hewer".
El himno del Capitolio suena a todo volumen e inunda toda la plaza. Los agentes de paz nos llevan a la habitación de las despedidas. Era una habitación realmente espectacular: era enorme y tenía muebles caros. Lo que había alí debía costar nás que mi casa entera.
La puerta se abrió automáticamente dejando ver a mi hermano. Demasiado teatral, aunque no sé de que me sorprendía.
Se sentó a mi lado en silencio y se limitó a observarme durante unos segundos, después sus brazos me estaban rodeado. Cuando sentía su abrazo, se lo correspendí. Creo que estaba llorando porque notaba algo mojado en mi hombro. Era raro nunca había visto llorar a mi hermano ni con la muerte de ninguno de mis padres.
Después de un rato mi hermano se se separó poco a poco.
- Todo te va ir bien- digo con una pequeña sonrisa.
- Lo normal sería que lo dijese yo, ¿no?
- No me gustan las cosas normales...
- Puedes ganar- dice convencido, aunque a mí parece un convencimiento fingido.
- No tienes porque mentirme ahora...
- No miento- alzo una ceja a modo de réplica, y creo que lo capta- Prométeme que al menos lo intentarás.
- Claro que lo haré- digo simplemente. Me gustaría poder responder alguna cosa irónica o algo así, pero no se me ocurre nada mejor que decir.
Me vuelve a abrazar antes de que tan me diera cuenta. Ninguno de los dos nos eramos de demostrarnos cariño, simplemente ambos sabiamos que estaba ahí, pero con esta noticia parecía que tenía que abrazarme todo lo que nadie me había abrazado nunca... Y en cierto sentido me gustaba.
Mientras tenía mis brazos en la espalda de Peter vi como la imagen de mi mejor amigo en la puerta. Le sonrió para que entre y él lo hace, aunque creo que no es por mi gesto, no estoy segura de que lo haya visto.
- Adios- dice mi hermano mientras se separaba de mi.- Te quiero.
Despedida. Sonaba demasiado a despedida, y lo odiaba. Quizás por que lo era, porque no era un hasta luego, era un adiós en toda regla.
Peter cerró la puerta detrás de sí y me duele la idea de pensar que puede ser la última vez que lo vea.
- ¿Sabes que puedes ganar?- dice mi amigo, Cedric- Porque puedes.
¿Por qué todo el mundo decía las misma palabras? Y estaba segura de que se la había dicho a James también. En esas situaciones se intentaba ser amable.
- Claro que puedo- digo intentando parecer convencida- Dame un cristal roto y un cuello y...- hago un gesto horizontal en frente de mi cuello.
- ¿Puedes tomártelo en serio?- preguntó con tono serio pero sin alzar la voz.
- ¿Y qué quieres? ¿Qué llore?- niego con la cabeza.
- No...- mira como comienzan a llegar los guardias que se lo llevarán fuera- Simplemente cuidate.
- ¿Un poco cliché, no?
- Quiero que vuelvas- dice mientras comienza abandonar la habitación dejándome sola. Otra vez estoy sola, aunque esta vez me angustia.

Capítulo 3

Lo primero que nos mandan hacer después de que el tren haya arrancado es ir a por la cena. Cuando entro en el restaurante me fijo en que en el buffet hay todo tipo de manjares, pero a pesar de que posiblemente no vaya a comer nunca parecido, nunca más, no tengo el hambre suficiente como para hincharme de distintos tipos de comida procedentes de los distintos distritos. Cojo lo primero que veo, que creo que es una especie de ave, y me siento en la mesa al lado de mi compañero de distrito.
Poco a poco llegan mi mentor, creo recordar que se llamaba Iwan, y Candice. Se sientan sumándose al silencio que ya había en la mesa. Nada más terminar la comida nos llevan a ver la elección de los que serán nuestros enemigos en la arena. Me siento en el sofá, al lado de James, con los brazos cruzados.
Empiezan aparecer los nombres de los tributos, nombres de los que posiblemente ni me acordaré en un par de horas, hasta dudo poder recordar sus caras, aunque como siempre habrá algunas caras que recordar.
En el distrito 1 aparece una chica que se ofrece voluntaria de aspecto atlético y un chico robusto que muestra una sonrisa al oír su nombre ser pronunciado.
En los distritos 2 y 4 más sonrisas de los tributos por ser elegidos.
Sin embargo en el 3, el chico parece que se vaya a desmayar de un momento a otra, y la chica, bajita y muy delgada, no para de llorar durante todo el rato.
Y entonces llegamos nosotros, entonces me doy cuenta que la cara que tengo si es de total indiferencia, como si me importase lo más mínimos ser elegida, o no. James parecía estar seguro de sí mismo, con paso decidido y todo eso…
Los del 6, 8, 9,10 no me llamaron especialmente la atención, excepto una chica rubia con pinta de adinerada del 8, y un chico alto y grande del 10. También de cierto modo el voluntario de nueve, Jack, y el del 8. Supongo que nosotros habremos causado la misma que impresión que esos tributos a mí, bastante indiferencia…
La chica del 7 tenía cara serena e hizo un comentario que gustó a los comentaristas, mientras que su compañero parecía hacer milagros para no caerse.
La chica del 11 era alta y pero se le marcaban todos los huesos de la cara, el chico era capaz de sonreír como lo habían hecho los profesionales, entre soberbia y alegría, aunque a mí me parecía totalmente fingido.
La del 12 debía ser la más pequeña de todos aunque no creo que tuviese menos de 14 años, y el chico podía ser como otro cualquiera.
Suena el himno de Panem, que indica que la retransmisión ha finalizado. Candice abandona inmediatamente la sala cuando termina, lo que me hace pensar en la ironía que tenga que ser ella la que nos enseñe modales.
- ¿Qué os parecen?- pregunta Iwan.
Vaya, creo que es la primera vez que lo oigo hablar, no lo había hecho desde que llegamos y creo que tampoco públicamente después de su rueda de victoria. Recuerdo vagamente sus juegos, detalles sin importancia, me gustaría saber cómo había sido la forma en la que ganó.
- Como los de todos los años… Un puto cliché- dice James encogiéndose de hombros.
- Si tenemos que matar a alguien me pido al del 1, parece un capullo-digo con voz tranquila.
- No creo que sea buena idea que os metáis con los profesionales- dice nuestro mentor ante mi comentario.
- Como si te importará- digo haciendo una mueca.
- Tienes razón no me importa- dice con una sonrisa- Pero estaría bien que otra vez ganase el 5, para romper con el “puto cliché”- dijo repitiendo las palabras de James.- Ahora iros a la cama.
- ¿Pretendes fingir ser nuestro padre?- pregunta mi compañero con una sonrisa burlona.
- Pretendo no tener que aguantar vuestras gilipolleces.
Le hecho el corte de manga y me dirijo a mí habitación, preparada para dormir como nunca.

esta buenisimoooo ^.^